lunes, 30 de junio de 2014

LEAPrus 3912


Mount Elbruz - Kabardino Balkaria - Rusia


www.caucasus.ru/en/


No es por el gusto de complicarse la vida, sino por llegar un poco más lejos y explorar como es la vida en lugares extremos.

La localización del hotel LEAPrus 3912 ya es por sí misma bastante especial. Está en una cumbre situada en
Kabardino-Balkaria. Y para quienes no sepan qué es eso, hay que decir que se trata de una región en este complicado territorio que es el Cáucaso y que pertenece a Rusia.

El hotel se encuentra en ladera del monte Elbruz, el más alto de Europa si se
considera que Rusia forma parte de Europa. Y con su aspecto exterior más propio de un módulo espacial que de un hotel, ha sido diseñado por un equipo de arquitectos italianos especializados en estaciones habitables para condiciones climáticas extremas. Las del monte Elbruz lo son de sobra.
Aunque la subida a la cumbre no es de dificultad máxima, los vientos y las tormentas hacen el ascenso peligroso. De ahí que el hotel no hubiera sido posible si antes no se hubiera construido un teleférico a prueba de grandes inclemencias que llega a los 3.800 m. desde el suelo,
lo que equivale a más de 4.000 sobre el nivel del mar.

Cuatro tubos de fibra de vidrio componen el conjunto, sujeto a la montaña en posición teóricamente inestable, donde hacer vida cuando se abandona el inhóspito
exterior. Una vida cálida y de lujo, aunque el hotel no responde al concepto de lujo al que estamos acostumbrados. Las habitaciones son comunales, los cuartos de baño escasos, los espacios limitados y los servicios menos
caprichosos que los que se encontrarían en un hotel en las Bahamas. Pero la tecnología es a todas luces superior porque todo lo que soporta la vida es artificial. El aire que se respira, el calor necesario, los desechos, la cocina, los materiales de construcción, todo tiene
una producción complicada que hace de este hotel algo insólito.

Si hay clientes dispuestos a pagar una suma millonaria para subir unos días a una nave espacial, seguro que hay otros que por mucho menos dinero disfrutarán de algo parecido a montarse en un cohete y, como si estuvieran en la luna, vivir en la intemperie helada del monte más alto de Rusia.

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viernes, 13 de junio de 2014

Pedras Salgadas Spa & Nature Park


Parque Pedras Salgadas
5450 - 140 Bornes de Aguiar
Portugal


www.pedrassalgadaspark.com/pt/

La naturaleza es un valor en alza y disfrutarla se ha convertido en una aspiración general. Dejarse envolver por ella es un objetivo y una tendencia que ha creado escuela en la concepción de nuevos hoteles: hoteles en los àrboles, rodeados por
ellos, subidos a ellos, cubiertos por ellos...

En Portugal, en Bornes de Aguiar, cerca de Verín se encuentra el Parque de Pedras Salgadas, un lugar de vieja tradición de veraneantes, de una época en la que el turismo
era cuestión de largas temporadas, paseos a la sombra, baños pausados, conversaciones tranquilas y no se llamaba todavía turismo.

Un balneario de época (1910) y un añejo casino acompañan ahora a una realización de arriesgada
arquitectura, llamativa y sorprendente en el entorno de un parque decimonónico primorosamente cuidado. El balneario y el casino han sido restaurados hasta el último detalle y mantienen la elegancia modernista y el toque de opulencia que gustaba a
los elegantes a final del XIX y principios del XX. Además han modernizado sus instalaciones y el balneario se ha convertido en un spa con todos los lujos.

Pero es propiamente el hotel el que ha dado un salto en el tiempo y ha
apostado por un estilo radicalmente innovador. Un estilo en el que las habitaciones se funden con la naturaleza, mezclándose con ella y jugando con formas insospechadas que recogen la libertad que guía el encuentro de la
vegetación y el suelo cuando no interviene la mano del hombre.

Dos modelos, las ecohouses y las treehouses se ofrecen a quienes desean disfrutar y alojarse y en el lugar. Son apartamentos, los primeros más grandes que los
segundos, distribuidos por el parque y de aspecto decididamente singular.  Las ecohouses, plantadas en el suelo, las treehouses sostenidas en el aire y todas con un exterior tratando de adaptarse al entorno y unos interiores de rabiosa modernidad.

Por supuesto, los servicios son excelentes, hay actividades con las que pasar el tiempo en los alrededores, el spa del que ya se ha hablado, un buen restaurante... en definitiva, todo lo que se puede desear en este parque donde se encuentran el pasado y el futuro en una combinación difícil de repetir en otro lugar.

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jueves, 5 de junio de 2014

The Chamba Camp at Thiksey


Leh - Ladakh - India

www.chambacampthiksey.com/index.shtml


Ladakh es una región de la India mal conocida. En realidad, es un país,  con personalidad propia, en una esquina de Cachemira, a las faldas del Himalaya. Aislado por el frío y por la enorme cordillera a cuyos pies se encaja, comparte con el Tíbet muchos
rasgos culturales.

Un hotel de lujo, el Chamba Camp, está pensado para dar acogida a los viajeros que visitan el país. Pero es un hotel de lujo que pretende no desentonar con el entorno. Que se propone conservar las esencias del
lugar y el paisaje exigente donde se asienta. Por ello es por lo que se dispone como un campamento, en recuerdo de los poblados nómadas donde han vivido muchos de los naturales del país hasta hace muy poco.

Por supuesto, las tiendas donde se alojan los viajeros tienen todas las comodidades. No hay más que diez para mantener la dimensión de lo que era un campamento tradicional. Y la localización, junto al monasterio de Thiksey, busca reforzar ese ambiente local y exótico
que hace de Ladakh un lugar distinto y con viejas raíces.

El Chamba Camp Thiksey no es un lugar de paso. Desea, a quien se aloje en él, ofrecerle, sobre todo, una experiencia que le deje huella. Por ello la
estancia debe ser de al menos cinco días. Cinco días dedicados a aclimatarse a la altura, -por encima de los 3.500 m- y a recorrer la región o practicar alguna actividad de aire libre. Los monasterios vecinos y los pueblos de los alrededores
forman parte de las excursiones ofrecidas, lo mismo que caminatas por la montaña o para el avistamiento de aves, recorridos en bicicleta, tiro al arco o un rafting están previstos dentro del programa de actividades.

El Chamba Camp es un hotel singular, lo mismo que Ladakh. Vale la pena tenerlo en cuenta porque cada vez son menos los lugares infrecuentes y más atractivos los destinos donde todavía no son muchos los viajeros que los visitan.

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miércoles, 30 de abril de 2014

Amangiri


1 Kayenta Road, Canyon Point
Utah. 84741-0285, USA

www.amanresorts.com/amangiri/home.aspx

Nada es tan impresionante como la naturaleza. Y cuando las ciudades han ido ocupando mayores espacios y los han domesticado, nada sorprende más que la rotundidad de los paisajes naturales que conservan su pureza. Son paisajes extraordinarios y son
también avisos para recordar al hombre su verdadero tamaño. Y para decirle que hombres y naturaleza  pueden convivir y conservar muchas de las grandes maravillas del planeta.

El hotel Amangiri es en
este sentido ejemplar. Se halla en medio de un desierto en los Estados Unidos, en Canyon Point, al sur de Utah. El paisaje que lo rodea es de película. Mesetas erosionadas por el viento y el agua, cortadas para formar enormes esculturas que rompen con el llano y dan forma a un árido relieve de perfiles bruscos como brusca es la pobre vegetación que rompe la uniformidad del suelo.

El Amangiri es un hotel de lujo, pero enormemente discreto en relación al entorno. Pegado al suelo, de paredes planas y color de tierra, casi sin asomar más allá del espacio en el que se refugia, pasa desapercibido y no altera la atmósfera primigenia que envuelve el paisaje.
Su interior, moderno y estricto al mismo tiempo, conserva la simplicidad del entorno y evita cualquier distracción que reste protagonismo a la llamativa belleza del paisaje.

La estancia en el Amangiri
es para dejarse llevar por el paso del tiempo, por la levedad de una atmósfera muy pura, por la simplicidad sin concesiones de la tierra que lo rodea y por la extraordinaria armonía del conjunto de sensaciones que provoca. Lujo en todos los aspectos y sobre todo para los sentidos, que harán de la estancia en el Amangiri una experiencia para recordar siempre.

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lunes, 31 de marzo de 2014

Treehouses, de Lion Sands


Kruger o Sabi Sands - Sudáfrica

http://www.lionsands.com/

En mitad de la naturaleza, de una naturaleza todavía salvaje y sin domesticar, Lion Sands ha colocado sus 'Treehouses'. Se trata de rizar el rizo y de ofrecer una experiencia auténticamente única. Porque no hay nada más insólito que permanecer en
medio de la naturaleza africana, durmiendo bajo las estrellas y sin nada alrededor que perturbe la experiencia de estar a solas rodeado de un mundo que el hombre no ha domesticado todavía.

Estamos hablando de muy pocas habitaciones
situadas en lo alto de árboles centenarios, abiertas a la intemperie y envueltas por un poderoso entorno. En propiedad no habría que hablar de habitaciones, porque se trata de amplias plataformas construidas en madera y en altura, con espacio para dormir y para comer si se quiere, y para sentarse a descansar y ver y escuchar el sonido de un mundo que es como debió ser el de la tierra en sus orígenes.

Por supuesto, la seguridad es absoluta y las comodidades todas las que se pueden tener en un lugar tan especial. Alguna habitación está más dotada de elementos -de techo, por ejemplo- que otras, donde se duerme directamente bajo las estrellas. Pero en todo
caso, la experiencia es igual de confortable y de emocionante porque el clima, benigno, hace posible esta vida al natural que hemos olvidado que sea posible.

Las Treehouses de Lion Sands están localizadas en el área del Parque Kruger,
en Sudáfrica, y están atendidas por el servicio de los lodges en cuyo recinto se encuentran. Un servicio exquisito y cuidado hasta el último detalle. Quienes quieran gozar del sosiego y también de la vitalidad de la naturaleza en su más puro estado tendrán en las Treehouses la ocasión de disfrutar de esta experiencia única.

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jueves, 27 de febrero de 2014

Titilaka

Puno - Perú

titilaka.com


Si hubiera que hacer una lista de 'lugares especiales' el lago Titicaca estaría sin lugar a dudas en ella. A casi cinco mil metros de altura, con los picos más altos de los Andes al fondo, en un entorno de vegetación rala y con su enorme superficie de agua que más que un
lago recuerda a un mar sorprende y hace sentir al viajero que se encuentra en un extremo de la geografía. Que ha encontrado un lugar insólito donde el clima y las condiciones de vida son rigurosas y donde el paisaje extrae su belleza de la contradicción del encuentro entre el agua, el cielo, la aridez de la tierra y la viveza del color de una atmósfera deslumbrante en los días soleados.

El hotel Titilaka se halla en el lago, a orillas del agua. No hay otro igual. Todo en él está cuidado hasta el detalle y todo respira confort y calidez. Tiene sólo dieciocho habitaciones. La vistas son extraordinarias. Y el ambiente es el resultado de jugar con lo más
moderno y lo más clásico para crear una atmósfera informal y distendida.

Un restaurante con vista panorámica sobre el lago, sala de masajes, spa y piscina cubierta, servicio de bar gratuito, vistas al Titicaca en todas las
habitaciones, internet y un largo etcétera de atractivos dan carácter al hotel Titilaka, aseguran la mejor de las estancias y justifican su inclusión en la selecta lista de Relais & Chateaux.

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viernes, 7 de febrero de 2014

Longitude 131º


Uluru-Kata Tjuta - Australia

http://www.longitude131.com.au/


Es difícil acercarse a otras culturas y creencias y darles la misma importancia que nosotros les damos a las muestras. Y lo es más todavía cuando se trata de culturas y creencias indígenas que caen muy lejos de los espacios de
sensibilidad a los que estamos acostumbrados.

La Ayers Rock se levanta en mitad de un páramo infinito como una roca colosal. Su tamaño y el entorno entero impresionan. Pero para los maoríes es mucho más que un accidente geográfico de
tamaño singular. Tiene que ver con sus dioses y su importancia es espiritual. Su soledad y el contraste con el paisaje que la rodea son muestras de su esencia sobrenatural.

El hotel Longitude 131 está instalado también en la soledad y trata de no
perturbar el silencio y la tensa armonía que envuelve la Ayers Rock. Está a una distancia que se diría de respeto de la gran piedra. Una distancia desde la que se contempla entera, y como el único punto relevante en el paisaje, la monumental meseta rocosa.
La vista es la misma que debían tener los aborígenes que vivieron en la región desde tiempo inmemorial.

Pero las comodidades son, naturalmente, otras. El hotel se organiza a base de bungalows agrupados en unas pocas líneas, cubiertos por una vela blanca
que les sirve de techo y que abre las habitaciones al aire y los sonidos del entorno. Mobiliario de madera y decoración al gusto británico indican que, fantasías aparte, se trata de un hotel de lujo y recuerdan que los primeros europeos que disfrutaron de este territorio fueron los
clásicos viajeros ingleses.

Bañera en las habitaciones, piscina bajo el sol, cenador bajo las estrellas y un servicio extraordinario atemperan el rigor del clima y del paisaje y permiten a los viajeros de hoy gozar, de forma excepcional, de este lugar lleno de energías y emociones.

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