viernes, 16 de enero de 2009

Adrère Amellal


Si se dispone a viajar a Egipto y está pensando alojarse en el Adrère Amellal, antes debe hacerse algunas preguntas. Por ejemplo, ¿espera que su hotel sea una construcción de ladrillo y argamasa? ¿Le saldría un sarpullido si tuviera que vivir sin servicio de habitaciones 24 horas? ¿Es el aire acondicionado o incluso la electricidad algo indispensable? Si ha contestado que sí, le convendría hacer clic en el botón «atrás» del explorador, porque el Adrere Amellal es otro mundo.

El desconocido y árido Sáhara egipcio es uno de los lugares más inexplorados del planeta. En medio de este desolado desierto, casi en la frontera con Libia, se encuentra el oasis de Siwa.El oasis está situado bajo el nivel del mar y debe su origen a diversos lagos naturales así como a centenares de fuentes que surgen inesperadamente de sus áridas tierras como si de un regalo de la naturaleza se tratara. Estas aguas milagrosas riegan olivos, palmerales y huertos permitiendo que el hombre habite en la frontera con el Gran Mar de Arena, una de las extensiones de dunas más grandes y áridas del planeta. Desierto, silencio, grandes espacios, arqueología en estado puro, la sorprendente cultura siwi y alojarse en uno de los mejores y más singulares alojamientos de África, en plena armonía con el entorno natural, son los principales ingredientes de este viaje.

El incomparable marco natural en el que se encuentra a los pies de la “Montaña Blanca”, frente al Lago Siwa y con las dunas del Gran Mar de Arena de fondo hacen de este ecolodge el alojamiento ideal para vivir el Sáhara en toda su plenitud sin romper la armonía con entorno natural.

El Adrère Amellal es un auténtico hotel ecológico. El diseño, la mano de obra y los materiales empleados en su construcción proceden de la zona, y todo lo que se come (aviso a los carnívoros: el menú es fundamentalmente vegetariano) se cultiva en la huerta.

Las 34 habitaciones y suites están amuebladas con sencillez, pero con gran calidad, de modo que no se deje desanimar por la idea de una puerta de palma. A pesar de la falta de electricidad, un sistema de calentador de gas permite que haya agua caliente, y la iluminación nocturna procede de faroles y velas.

Insistimos: no hay recepción, aire acondicionado ni electricidad, sólo una piscina y una sensación de absoluta tranquilidad y aislamiento. Si quiere hacerse una idea de cómo vive un bereber en el Sáhara, la forma más sencilla y agradable de hacerlo es alojándose en el Adrère Amellal.

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