miércoles, 25 de enero de 2017

Hotel Endémico

Carretera Tecate-Ensenada Km 75 Francisco Zarco. Valle de Guadalupe - México

http://www.hotelendemico.com/



No es lo más habitual viajar por la Baja California en México. Y sin embargo es ahí donde se hacen algunos de los mejores vinos y donde acuden cada vez más visitantes. La Baja California es para muchos un México por descubrir,
lejos del Caribe y de la fascinación por el mundo colonial y el maya.

La historia no ha dejado aquí trazas de barroco ni de pirámides. Pero ello no ha restado interés a la región porque lo que domina es la poderosa
serenidad del paisaje. No muy lejos de la frontera con los EE.UU., la carretera que bordea el litoral del Pacífico se abre hacia el interior y va adquiriendo notas que sugieren el desierto. El paisaje se hace árido, las montañas, bajas y desgastadas por la
erosión sacan a la superficie su interior rocoso y el aire pierde la humedad que tenía en la orilla para volverse seco y fino. Pero al contrario de lo que podía haber sido, no hay aquí la desolación de los espacios yermos porque en el valle -el valle de Guadalupe- se asientan magníficas plantaciones de vid de las que salen vinos fantásticos.

Hasta aquí el entorno de Endémico. ¿Y qué es Endémico? Es un hotel al que, como su nombre indica, los promotores han querido marcar con el sello de lo más esencial de esta tierra. Su aspecto es para empezar chocante porque no sólo no
pretende dulcificar la aspereza del entorno sino que la lleva a un extremo. Juega con ella. Las cabañas que sirven de habitaciones aparecen sostenidas por inesperadas patas apoyadas en las rocas como si de extraños
animales dispuestos a bajar por la pendiente se tratara. La verdad es que no son muchas, sólo 20, pero marcan el territorio y refuerzan la singularidad de ese balcón donde se ha situado el hotel, en la ladera montañosa desde la que se goza de una espléndida vista sobre
el valle.

Todo en el Endémico es de querida simplicidad. El cristal, para no entorpecer las vistas predomina sobre cualquier otro material y la ausencia de cuadros y otra decoración mural
confirma ese andar de la mano con un paisaje donde la austeridad y el matiz obligan a tener alerta los sentidos para gozar de lo sutil de la tierra y de sus accidentes más pequeños.

Podría pensarse, por lo dicho, que estamos ante
un hotel concebido antes para contener el aliento que para disfrutar. Nada más alejado de la realidad. La disposición de los espacios comunes abiertos al exterior, de la piscina con unas panorámicas extraordinarias y el
ambiente que se respira permiten a quien se aloja sentir la proximidad de la naturaleza y gozar de su presencia más inmediata. Y sobre todo le convencen de que ha llegado a un lugar único. Si se añade además que todas las comodidades y
el mejor servicio están dispuestos para acogerlo, se comprende que estamos hablando de un hotel a tener muy en cuenta cuando se piense en hacer un recorrido por la Baja California.

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